martes, 22 de noviembre de 2011

"Por la Paz se lo ha jugado todo", dijo el senador Pedraza al conderorar a monseñor Augusto Castro Quiroga.


Con motivo de las Bodas de Plata Episcopales de monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja, el Senado de la República, a instancias del senador Jorge Hernando Pedraza, le confirió la condecoración Orden del Congreso de Colombia en el grado de Gran Oficial.


BOGOTÁ. Noviembre 22 de 2011. "Por la paz se lo ha jugado todo. Ha hecho lo que ha sido necesario. Hasta su vida la ha puesto en rieso", dijo el senador Jorge Hernando Pedraza refiriéndose a monseñor Augusto Castro Quiroga, al imponerle la condecoración Orden del Congreso de Colombia en el grado de Gran Oficial.
La distinción la recibió monseñor Castro Quiroga en ceremonia realizada en el Salón de la Constitución del Capitolio Nacional ante un nutrido auditorio compuesto por familiares, clérigos, amigos y representantes de diversos estamentos sociales de Boyacá y del país.
En este acto el senador Pedraza pronunció las siguientes palabras: "Es un privilegio para mí ser el proponente y actuar hoy como Canciller de la condecoración Orden del Congreso de Colombia para imponérsela a Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga en reconocimiento a sus 25 años de episcopado y como homenaje a su entrega al servicio del país y a la construcción de una sociedad justa y amable, bajo principios y valores encarnados en convicciones profundas de nuestra doctrina.
El condecorado es un esclarecido Pastor de la Iglesia Católica, pero, ante todo, es un misionero en su real dimensión. Él lo ha dado todo de sí para lograr un mundo armonioso, justo y amable, porque el misionero es un ser humano generoso, entregado al prójimo, desprendido de cualquier comodidad, dispuesto siempre a procurar el bien.
En efecto, al repasar su vida se observa que ha sido ha sido fructífera y ejemplar. En su natal Bogotá cursó estudios primarios en el Colegio San Bernardo de los hermanos de la Salle y de bachillerato en el Seminario Menor de los padres misioneros de la Consolata en donde sintió su vocación apostólica y decidió entregar su vida a esta comunidad religiosa, de la cual, luego de haber realizado el ciclo filosófico en la Universidad Javeriana de Bogotá, hacer su noviciado en Bedizzole (Italia) y ordenarse sacerdote en Roma, llegó a ser Superior Provincial en Colombia y Consejero General en Roma.
Su ejercicio sacerdotal lo desarrolló como Vicario Pastoral de la Parroquia de la Catedral de Bogotá, rector de la Universidad Sur Colombia de la Amazonía, ITUSCO- en Florencia, Caquetá y Director del Seminario Mayor para los estudios de filosofía del Instituto de Misiones de la Consolata en Bogotá.
Convencido de la necesidad de cultivar su mente para servir cada día mejor a la grey que se le encomendara adelantó una especialización en Orientación psicológica en la Universidad de Duquesne en Pittsburg, Estados Unidos y obtuvo el doctorado en Teología en la Universidad Javeriana de Bogotá. Fue un aventajado estudiante que convirtió los conocimientos adquiridos en cimientos sólidos de su pensamiento, materializado en una convincente e impactante oratoria sagrada, en su prolífica obra escrita y en sus intervenciones en escenarios diversos de discusión sobre la realidad y el futuro de nuestro país.
En 1986 estando en Roma como Consejero del Instituto Misionero de la Consolata, el sumo Pontífice de ese entonces, el Beato Juan Pablo II, lo elevó a la jerarquía episcopal designándolo como Vicario Apostólico de San Vicente del Caguán, de donde pasó, en 1998, a ser Arzobispo de Tunja.
Por su carisma, en el 2005 recibió el encargo de presidir la Conferencia Episcopal Colombiana hasta el año 2008.
Con sencillez y solidaridad humana se ha entronizado en el corazón de sus feligreses a través de la comprensión de su realidad social, de la identificación con sus problemas y del compartir vivencias y avivar sus aspiraciones de superación y progreso.
Por la paz se la ha jugado todo. Ha hecho lo que ha sido necesario. Hasta su vida la ha puesto en riesgo. Su palabra: sabia, justa y sincera ha sido instrumento de reflexión en el conflicto.
Acertadamente en los medios de comunicación se ha dicho que monseñor Luis Augusto Castro, junto con obispos como Leonardo Gómez Serna y Nel Beltrán, “decidieron trascender de las labores sacerdotales y saltar a la calle, al monte, a donde fuera necesario, en busca de caminos que condujeran a la paz sin despojarse nunca de la investidura de hombres de Dios en la Tierra y sin tomar partido por algo distinto a la paz y a la reconciliación”.
Boyacá ha sido afortunado al tenerlo como uno de sus orientadores espirituales en momentos tan difíciles de la vida nacional y, sobre todo, en esta época de transformación social y revolución tecnológica. Gracias a su lucidez mental, a su gran visión y a su comprensión del avance de la globalización y de la configuración de la Sociedad de la Información ha impulsado en su jurisdicción eclesiástica los medios de comunicación como herramientas de proclamación de los principios de la Iglesia Católica. Esos medios que ha creado y respaldado con decisión, como el periódico Puente Boyacense, el canal de televisión Telesantiago, la emisora Radio Milagro, y varios medios virtuales, también los ha puesto al servicio de la capacitación, del mejoramiento personal, de la convivencia social.
En fín, Colombia es afortunada por tener a un ser humano especial como usted que ennoblece la estirpe y reconcilia a Dios con los hombres. Gracias".